No existe uno sin el otro...

No puede haber luz sino hay oscuridad y no puede existir la oscuridad sino hay luz

Casi durante toda mi vida me tuve la convicción del amor que sentía por la noche, la comodidad que me regalaba ver el cielo oscuro impregnado de estrellas y en muchas otras ocasiones acompañado de una luna brillante, resplandeciente iluminando la silenciosa noche. 

Luego de un tiempo para acá me negué, me negué a ella, y me dejé seducir por la luz brillante que entraba a través de mi alma y empecé a quedarme con él.

Disfrutando de resplandor, de su brillo incesante, de su claridad, de su alboroto, y el ruido que genera, olvidándome así de ella.

Pero no fue hasta hoy, que pude entender ese amor que siempre había tenido por ella, jamás pensé que volvería a mi ese recuerdo incesante de cómo me sentía cuando llegaba ella, de cómo me hacía feliz su presencia; porque con ella venía la calma que necesitaba, venía el silencio que me concentraba y me di cuenta que en mi se despertaba mi ingenio, mi imaginación, porque solo ella sabe darme la calma a traces de la soledad que transmite el silencio.

Hoy me volví a reencontrar con una vieja  amiga y pude entender porque muchas veces mencioné que mi momento favorito es cuando cae la noche porque todo se vuelve más lento, más profundo, todo el bullicio externo se apaga y me permite conectar conmigo y mi voz interna.

Llevando a reencontrarme con mi viejos oficios, de desglosar lo que pienso y lo que siento a través de las letras 

Aún sigo sin creer como pude olvidarte a ti, que tantas veces nos encontramos y me arropaste en tu calma para hundirme en letras y palabras y desahogarme en tu morada, en la noche intensa llena de estrellas y una luna llena 🌕